El título de esa gran obra de Nietzsche me parece muy inspirador para el gran reto de una postura Existencial-Fenomenológica: la invitación a mirar el mundo, y sobre todo a nuestros pacientes -o aquellas personas que nos buscan para un servicio profesional que siga dicha perspectiva-, desde una actitud fenomenológica.
Una actitud que muestre humildad frente a cualquier idea de verdad o de lo "correcto", "saludable", "maduro" o incluso "auténtico".
Se trata del reto de atrevernos a permanecer abiertos a los múltiples universos de posibles significados, a la incertidumbre y, sobre todo, al asombro y reverencia que el gran misterio de la existencia nos presenta en cada situación, cada conducta, cada experiencia, cada relación, y cada persona.
¿Seremos capaces de sostenernos frente al movimiento inmenso y constante del devenir?
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