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Autenticidad en el encuentro

¡Feliz año nuevo para todas y todos!, es un gusto para mi encontrarnos nuevamente en este espacio de conversación e intercambio de experiencias.

Hoy les quiero hablar sobre la autenticidad. Revisando con mis estudiantes las características del terapeuta, encontramos que para algunas corrientes psicológicas es importante la autenticidad en la consulta. Entonces considero que deberíamos dedicarle un momentito a indagar y tratar de definir, ¿qué es autenticidad? y ¿cómo se presenta un terapeuta auténtico?

El origen de la palabra autenticidad tiene dos fuentes griegas: “authenteo” de tener autoridad y gobernar; se deriva de “authentía” poder absoluto y de “authentés” del que obra por sí mismo, toma la iniciativa y es dueño de sus actos. La clave aquí se relaciona con el elemento aut-, que corresponde al vocablo autós que significa mismo.

Entonces podemos entender que la autenticidad tiene que ver con la cualidad de gobernarse a sí mismo, no solo de ser uno mismo como se la define generalmente; sino más bien de saber ser uno mismo en el contexto terapéutico. Entendiéndola así, se puede diferenciar claramente autenticidad de espontaneidad o impulsividad incluso.

Al ser una cualidad, para algunas personas puede resultarles fácil y hasta natural el ser auténticos y para otras personas, podría llevar un poco de tiempo y entrenamiento el manifestar su autenticidad. Ser auténtica en la consulta implica ser consciente y responsable del encuentro que estamos teniendo con el otro, sin dejarnos llevar por reglas, convencionalismos o procedimientos pre-establecidos, sino guiados por el propio dinamismo del encuentro, de esas dos existencias relacionadas en ese momento específico de la consulta.

La autenticidad se relaciona entonces con la capacidad de auto-reflexión, poder definir con claridad quién soy, por definición personal y no por requerimiento social. ¿Quién soy como profesional de la psicología?, ¿Quién soy como terapeuta? Obviamente, responder estas preguntas puede llevar su tiempo y el proceso terapéutico personal puede ayudar mucho para llegar a respuestas específicas y satisfactorias para la persona.

Cuando se le dedica tiempo a esa reflexión, entonces la persona entra en contacto consigo misma, con sus sentimientos y comienza a dar verdaderas dimensiones y prioridades a las cosas, objetos y personas en su vida. Esto implicará necesariamente algunas pérdidas, pues la persona auténtica no tiene miedo de ser fiel a sí misma aunque eso implique ir en contra de la opinión y aprobación de los demás. Al ser auténtica, procurará no engañar a los demás y principalmente no engañarse a sí misma; probablemente tendrá que actuar en contra de lo que los demás esperan o consideran correcto, y estará segura de lo que decide para asumir las consecuencias de ello. No implica necesariamente ir por la vida confrontando a los demás con su hipocresía y falsedad; solo que la persona auténtica decide no involucrarse en ese tipo de actitudes aunque eso implique alejarse de amigos o colegas.

Así se construye una integridad personal importante, pues los demás poco a poco reconocen en la persona auténtica a una persona que dice lo que verdaderamente siente, promete lo que puede cumplir y se compromete en lo que cree; eso la hace confiable porque muestra coherencia en su accionar. Además, la capacidad de auto-reflexión permite a la persona auténtica estar abierta a las críticas, acercarse honestamente a conocer la forma de pensar del otro aunque sea contradictoria con la suya, pues lo que le motiva es aprender, aprender más sobre sí misma y sobre quienes le rodean. Este conocimiento personal profundo provee a la persona de seguridad y la libera de miedos y ataduras, de egos inflados, falsos liderazgos y presunciones. Esa libertad le permite al terapeuta entregarse honestamente y abiertamente al encuentro con el otro, sabiéndose con aciertos y errores, con fortalezas y debilidades, con aspectos positivos y no tan positivos.



La autenticidad permite al terapeuta sentirse libre dentro del encuentro, pues puede ser sincero, honesto y verídico en su accionar con el paciente, siendo fiel a sí mismo; sin perderse en teorías o teorizaciones pre-concebidas, estando presente y en presencia de la otra persona. Ser auténtica en la consulta no obliga a decir todo lo que se siente, pero si implica que todo aquello que se comparta sea lo que realmente se siente.

Ser auténtico en el encuentro va más allá de reírse a carcajadas o de saludar jovialmente con los términos o jerga de moda, ser auténtico implica saber quién soy y para qué estoy ahí, entregarme por completo al encuentro con un objetivo claro, ser libre en la relación con el otro y dejarme guiar principalmente por mi experiencia y mi sentir, fundamentado en mi formación teórica y profesional.

La invitación sería a probar ser auténticas y auténticos, no solo en la consulta, sino en la vida diaria, como una forma de vida liberadora.

Como siempre, gracias por leerme.

Anita.

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