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DESEANDO DESHACER LO IRREVERSIBLE

Actualizado: 5 nov 2020

DESEANDO DESHACER LO IRREVERSIBLE:

EL ARREPENTIMIENTO ANTE EL MATERNAJE


Hay que filosofar a martillazos.

Friedrich Nietzsche.


Madre solo hay una… Ésta es una de las expresiones más contundentes y comunes de nuestra cultura. “Nada como el amor de una madre”, es otra de las afirmaciones que, en los países latinoamericanos, intentan expresar el constructo que hemos desarrollado, de manera conjunta y al través de los siglos, alrededor de este rol crucial para las familias.

Cuestionar la maternidad y los procesos psico-afectivos que rodean a la experiencia de ser madre, resulta tabú en nuestra sociedad actual. Pareciera que todo aquello relacionado con las madres es sagrado, intocable, incuestionable e inmaculado. Y que desear la maternidad es un asunto “natural” y esperado en toda mujer que se asuma “normal”, “buena”, y “saludable”.


En la cultura machista que se desenvuelve en la mayoría de los países latinoamericanos de la actualidad, llega a considerarse que una mujer “se completa” cuando es madre, lo que de inmediato expresa que cuando una mujer no desea –o no puede– ser madre, se trata de una “mujer incompleta”, con problemas psicológicos, o traumatizada.


Paralelamente, la perspectiva existencial y fenomenológica se ha caracterizado por atreverse a cuestionar los asuntos más íntimos y socialmente defendidos. Siguiendo los escritos de Friedrich Nietzsche, retar aquellos aspectos –y valores– que son defendidos de manera incuestionable, es una actividad fundamental de la problematización fenomenológica que intenta acercarse a la comprensión de la experiencia de las personas, más allá de los constructos valorados socio-culturalmente: “Las convicciones son enemigos de la verdad más peligrosos que las mentiras”. (Friedrich, 1996).


El acercamiento fenomenológico tiene como objetivo propiciar el acercamiento a la clarificación y la comprensión de la experiencia de arrepentimiento y rechazo, tanto de la situación fisiológica de la maternidad, como a la experiencia de maternaje, procurando describir, y con ello dar voz, a experiencias que suelen esconderse, negarse, o producir altos niveles de vergüenza y culpa en mujeres latinoamericanas de la actualidad.


Soy una mujer joven, profesionista, viviendo en la segunda década del siglo XXI.

Ante esta declaración, se podría pensar que no pesan sobre mí los típicos criterios o prejuicios socioculturales, en torno a lo que significa ser mujer, la maternidad y el maternaje.

Por un lado, tengo acceso a mucha información, alguna de ella de origen feminista, pero también de origen post moderno, filosófico o de movimientos socioculturales y artísticos, que cuestionan los típicos parámetros con respecto a la mujer y su papel en la sociedad. Pero por otro, continúo escuchando de maneras tanto indirectas como de manera plenamente directas y críticas, preguntas y/o “sugerencias” con respecto a mi rol, y a lo que se espera de mí como mujer en esta Sociedad.


Soy consciente de que muchos de esos comentarios surgen de conciencias bien intencionadas y amorosas, que no desean otra cosa más que mi bienestar. Sin embargo, no puedo evitar sentir un poco de rabia y otro tanto de rebelión e impotencia ante la imposición a jugar un papel que por siglos se ha considerado casi sagrado. Un nombre alterno para toda “buena” mujer: madre.

En más de una ocasión me he preguntado: ¿Estaré sola en esta experiencia? ¿Habrá alguna falla o algo incorrecto en mi? ¿Algún defecto, o trauma que me limite a sentir deseo o ilusión por la maternidad o el maternaje?...


Por supuesto que, en el terreno específicamente existencial contamos con el famoso estudio de Simone de Beauvoir, “El segundo Sexo”, donde explora la condición femenina en la actualidad, dedicando algunos comentarios con respecto a la maternidad y a la posibilidad de las mujeres de elegir no ser madres.


Cierro con algunos fragmentos del libro de #madresarrepentidas


“[…] la otra cara de la moneda permanece en silencio; y las voces de aquellas que al mirar atrás se arrepienten de ser madres siguen sin oírse, lo que enseguida alimenta la suposición de que no se oyen porque en realidad no existen.

[…]

El arrepentimiento fruto de la experiencia personal de la maternidad –per se– se percibe, por un lado, como inexistente e inconcebible y, por otro, en caso de no ser negado, se considera ilegítimo, digno de condena y, fundamentalmente, objeto de incredulidad.” (Donath, 2016, págs. 91, 92)

Imagen de autora Donath

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