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Dos existencias pandémicas:


1. Cómo no nos vamos a ver, cómo nos vamos a alejar. Cómo no voy a visitar a mi madre. Cómo no vamos a ir a visitar a la abuela. Cómo no voy a abrir el consultorio y encontrarme con los pacientes. El contacto es necesario. Salvarme pero que te mueras y no te haya visto, sería lo más triste de la vida. El mundo sin abrazos, el mundo sin contacto, no es mundo. Me pongo en riesgo, pero el contacto es lo primero.



2. Encerrémonos, separémonos, es lo que dicta la ciencia. Es por el bien. Después podremos encontrarnos vivos y sanos. Separarnos un tiempo, a cambio de mantenernos con vida y vernos por el resto de los años. De qué sirve el contacto si puedo generar una ola de contagios. Contagios que se pueden traducir en unas cuantas muertes. Y todo por no comprender y habernos visto. Ninguna vida vale que no aguantemos el aislamiento. La vida es lo primero.


En algunos casos, existe el respeto mutuo. La comprensión de qué te hace estar de uno u otro lado. La posibilidad del encuentro estando en estas dos posturas.


En otros casos existe la preocupación, la tristeza, y hasta el enojo de por qué los otros no piensan como nosotros.

La desilusión y hasta la crítica dura, en la creencia de que yo pienso lo correcto. El otro se equivoca.


La soberbia en un extremo, que nos tiene convencidos de que estamos en lo correcto y generar juicios críticos hacia los otros. Aquellos que están equivocados.

Paranoicos que se encierran, decimos en la soberbia de que lo más importante es el contacto.

Inconscientes y egoístas, decimos en la soberbia de que lo más importante es salvar vidas.


A veces soy soberbia sin darme cuenta que lo estoy siendo. Con buenas intenciones, digo yo. No es mala voluntad pensar en qué es lo mejor para mí y para los míos. Para la humanidad.

A veces me doy cuenta, y trato de comprender, que esos que llamo otros, están más cerca de lo que veo. Porque ellos, al igual que yo, están pensando en lo mejor, también piensan en términos de mi, los míos. La humanidad.


Y aquí lo cercano de la pandemia con una película de zombies. Aquí la maravilla del mundo de los zombies, para quienes nos gusta. Un mundo, donde la normalidad cambia, y descubrimos con ternura, en cada personaje, su intento por sobrevivir, su lucha y su capacidad de ponerse en riesgo, a cambio de lo que más valora. Todos estamos tratando de sobrevivir de la mejor manera. Sobrevivir a la soledad o sobrevivir a la enfermedad.


Qué consideramos “la mejor manera” he ahí la diferencia. He ahí dónde nos volvemos únicos y esa unicidad nos deja tan solos. Tan distintos y en el extremo tan soberbios y críticos.


Con el deseo eterno de estar más juntos, lo que nos queda es tratar de comprender al otro aquel que piensa distinto, filosofar generando cuestionamientos, más que afirmaciones. No es fácil, pero cuando nos damos cuenta de nuestra soberbia, podemos intentarlo…


Aquí otra entrada sobre: comprender al otro en existencia pandémica:


Aquí otra entrada sobre: por qué nos molesta que los otros piensen distinto


Aquí otra entrada sobre: solidaridad vs egoísmo



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